lunes, 1 de junio de 2009

Siempre el mismo mambo. Que si fumás mucho, o poco; o últimamente estás más callado que lo habitual. No sé, pero uno que otro te tilda de fumón. Y te ponés a hacer ecuaciones ilógicas que dan solución a todas las reflexiones semánticas de las palabras "uso" y "abuso".

Capaz que no le diste tanta bola, che. Mejor.La cosa es que los otros, sí; y ahora sos vos el que sos puesto en tela de juicio.
¿Fanatismo?, ¿obsesión?, ¿adicción? ¿De qué estamos hablando aqui?

Hablamos de lo mismo, querido. De fumarse un porro sin más idas ni venidas. De ponerse loco antes de salir a hacer las compras o tirar un carioca previo a la cátedra de Historia.

A fin de cuentas, me parece que los fumones - quienes por lo general deberían ser los que se comen mambos oscuros - son los menos mambeados.
Diariamente veo en las calles a fumetas despreocupados de su chapa drogona, y aunque pesen las palabras, me siento igual. Ha de ser que en algún lugar recóndito de nuestro interior, estamos empezando a darnos cuenta de que no hay de qué estar avergonzados, o mucho peor, criminalizados.

Creo que la imagen cumbre de esta desinhibición, fue la de la marcha del 2 de mayo en el parque Las Heras, donde unas 100 o 200 personas (entre los que echaron raíces y los que hacían una seca y picaban) se fumaron unos buenos churros hasta las 22.

La reflexión final es la siguiente: La legalización empieza en nosotros mismos y de ahí a los otros.

Buenos humos.